Después de trece años el correísmo/morenismo terminó haciendo exactamente lo mismo que criticó. Para poder hacerlo armaron entidades públicas como el SECOP, SERCOP, SECOB, etc para hacer que el amarre y la coima sean mucho menos obvios, pero en el fondo hicieron exactamente lo mismo que criticaron de la “partidocracia y el pasado que no volverá”.
Al crear estas entidades permitieron contratos por “giro específico de negocio” que no es más que el viejo y conocido contrato A DEDO; trabajaron en una muy bien elaborada “subasta inversa” que al final terminaba siendo manipulada en su sistema para que el amigo , conocido o familiar oferte el valor “más bajo” y así hacer negocios entre agnados y cognados. Esto explica la apertura y cierre de miles de empresas en todo este tiempo, con el único fin de ser proveedoras del estado. Prueba de esto es que hay sociedades constituidas que registran direcciones fantasmas (mayormente en la costa, solares vacíos, casas familiares, galpones, etc.) con una facturación astronómica durante estos años que luego pasaron a una inmediata y misteriosa liquidación.
Los nuevos ricos que proliferaron pavoneando su riqueza mal habida en redes sociales y programas de farándula fue la cereza del pastel. Gente que nunca tuvo ni una tienda de abarrotes fue proveedora del estado con productos y/o servicios sobreestimados, pasaron de arrendar viviendas modestas a tener propiedades de varios millones de dólares, casas en la playa, departamentos en el exterior, viajes, autos de alta gama y lujos inimaginables, a costa del robo sistemático a las instituciones del estado.
De esta forma, los famosos reclamos acerca de la partidocracia corrupta y del “pasado que no volverá” terminó siendo el modus operandi de un gobierno que se apoyó en un estado de propaganda para perseguir, acosar y atacar a quienes reclamaban o denunciaban corrupción desde las persistentes cadenas nacionales y sabatinas eternas. Ahí el dueño del movimiento político sentenciaba al estilo de los emperadores romanos quien caía en desgracia y a quien se le perdonaba (“acuerdo entre privados”).
El curso de los acontecimientos ha demostrado que no hay crimen perfecto y a pesar de que el actual gobierno tiene todavía en sus filas una cantidad importante de militantes y colaboradores consecuentes con el caudillo anterior, ha destapado uno que otro escándalo de menor orden (porque los de mayor envergadura han sido gracias a la investigación de la prensa), debilitando parcialmente a esa mafia enquistada en un estado obeso cuyo objetivo era seguir saqueando al país con el esquema de corrupción instaurado y aparentando hacer cambios de algunas autoridades ineficientes pero sin lograr la depuración y la claridad total que se demandaba, además de la recuperación decidida y tangible de lo que se llevaron.
Por todo esto, junto a la apatía del electorado joven, la decepción de la gente honesta, el hartazgo, indignación e impotencia de la opinión pública frente a una cloaca de corrupción e indignidad en semejante hora tan grave para el país, nos hace concluir que hasta la esperanza se robaron.
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