Santiago Arellano y Harold Cardona son socios y principales cabezas de Chocolates Rights, una empresa dedicada a la elaboración de chocolate que ha tenido el acierto de desarrollar un modelo de responsabilidad social empresarial a través de la inclusión de personas con discapacidad en la elaboración de sus productos. A continuación su testimonio:
Desde hace cinco años, comenzó este sueño de formar una empresa buscando un producto que nos distinguiera en el ámbito de la demanda mundial y ese es sin duda, el cacao. El Ecuador ha sido un productor muy fuerte de materias primas. Inicialmente, nuestra oferta fue exportar esta materia prima pero nos topamos con la dura realidad en los mercados internacionales que es la hegemonía de las empresas multinacionales en cuanto a la fijación del precio de estas materias primas, lo cual perjudica a los productores y a los exportadores, principalmente de países pequeños. Por lo tanto, decidimos aportarle valor al país y posicionar un producto elaborado en forma de barras de chocolate, pues irónicamente tenemos en el mercado chocolate importado con un valor agregado en marca pero elaborado con nuestro cacao. De esta forma podemos consolidar una mejor posición en los mercados internacionales a pesar de que siempre significa un reto y más en estas épocas de pandemia, en donde todo el proceso comercial se ha retardado o pausado.
A inicios del 2019 ya tuvimos un resultado de alto valor organoléptico, conjugando los mejores aromas, sabores y haciendo mezclas para llegar finalmente al punto ideal. Organizamos las catas y tuvimos un índice de alta satisfacción, lo cual fue un espaldarazo para todo el proceso que ya detallamos previamente.
La motivación principal fue rescatar uno de los mejores productos de nuestra tierra como es el cacao fino de aroma, que responde a nuestra identidad como país, a nuestra historia y tradición.
Para lograr este producto final, hay un proceso como por ejemplo hacer el recorrido por las fincas, evaluar las técnicas de cultivo que se están implementando, supervisar los procesos de fermentación y secado y someterlos a una calificación. Ahora nos apoyamos también en las asociaciones (en Esmeraldas y Quinindé principalmente) que son las que también están pendientes de la calidad de la materia prima y no tenemos que hacer un proceso tan exhaustivo en las pequeñas fincas que son las que tienen el cacao fino de aroma.
Por otro lado, quisimos ayudar a paliar la pobreza y marginalidad que se vive por parte de las personas que viven en las zonas productoras, percibimos que era importante incentivarles y ayudarles a formar parte de la fuerza laboral de nuestro proyecto. Así fue como decidimos incluir a personas con discapacidad para que puedan sentirse útiles en este hermoso proceso de producción del cacao y posteriormente elaboración del chocolate “RIGHTS”, nombre que en inglés significa “derechos” y que busca transmitir al consumidor que hay derechos importantes por parte de las personas con discapacidad como el derecho a visibilizarse, a tener un trabajo digno y a ser tomados en cuenta por las diferentes instancias gubernamentales. En nuestro país se ha avanzado en este sentido pues el actual presidente justamente abanderó esta causa debido a su propia condición de discapacidad, sobre todo cuando desarrolló una campaña desde la vicepresidencia en años pasados. Pero esto debe ser una política permanente, y no solo del gobierno sino justamente de toda iniciativa empresarial como la que nosotros hemos emprendido con nuestra marca, impulsando el comercio justo, que la riqueza generada se reinvierta en donde está la riqueza como es el campo, que en esta pandemia nos ha dejado ver su generosidad y nos ha permitido alimentarnos para poder generar una recuperación cuando termine esta emergencia sanitaria. También queremos rescatar toda la sabiduría de los campesinos, a través de su amplia experiencia y relación con la tierra, han podido desarrollar de forma empírica nuevas variedades de cacao con un sabor y calidad excelentes, este es el caso de un personaje que conocimos en una de las asociaciones que mencioné anteriormente que se llama Máximo Pincay, que tiene todo ese conocimiento ancestral que no puede dar ninguna universidad. Nuestra empresa paga un mejor precio por cada quintal de cacao para que justamente ese excedente vaya a manos de estas personas que a pesar de su discapacidad aportan con su trabajo, además de donar el 10% de las utilidades a organizaciones de discapacidad en América Latina. También aportamos con entrenamiento y capacitación para que el producto tenga la mejor calidad posible.
Otro punto importante es el relacionamiento que hemos desarrollado con organizaciones de ayuda a personas con capacidades especiales, en donde hemos descubierto un mundo de talentos y de riqueza espiritual muy enriquecedor y que le da un sello diferente a nuestra marca, porque valora al ser humano ante todo. Tenemos los sellos de exportación más importantes, pero desde luego, el contingente humano que participa y la responsabilidad social de la cual hemos hablado es la mejor carta de presentación de nuestro producto.





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