La creatividad humana no tiene límites. La palabra hebrea “bara” es la que denota creación, y describe como se dio inicio a un sistema creado y organizado para que el hombre fuera el que desarrolle esta nueva sinergia y posibilite condiciones para la vida.
La invención y el conocimiento humano son los motores para que el mundo haya llegado poco a poco a alcanzar niveles de desarrollo en ciencia y tecnología, y particularmente en esta época, en donde se habla de una “cuarta revolución industrial”, caracterizada por una gama de nuevas tecnologías que fusionan los mundos físico, digital y biológico, impactando en todas las disciplinas, economías e industrias.
La economía de la creatividad ha sido denominada “economía naranja”, por haber sido asociada a las áreas del entretenimiento, cultura e identidad. Fue el principal puntal de campaña del actual Presidente de Colombia, Iván Duque.
Fue este elemento de la creatividad el que utilizó el autor y orador británico sobre industrias creativas, John Howkins, para definir un norte para el desarrollo económico mundial con la materia prima de las ideas como propulsores de una nueva economía.
Las ideas que propenden a mejorar el estilo de vida, ahora aupadas con la tecnología más vibrante que tenemos hoy a la mano, son las que, debidamente apoyadas con marcos legales idóneos, podrán brindar a las personas la posibilidad de mejorar económicamente, a la vez que representarían un beneficio al nicho de mercado para el cual van dirigidas.
La economía naranja produce en el mundo cerca de 4.293.000 millones de dólares anuales, y en el caso de América Latina y el Caribe genera alrededor de 175.000 millones de dólares de ese total. Las áreas de ciencia, tecnología, arte, arquitectura, música, diseño, (protegidas con propiedad intelectual) y traducidas en bienes y servicios, representan al “terreno” de este concepto que viene generando interés desde el año 2001 aproximadamente.
Es decepcionante ver que, en su mayoría, los liderazgos políticos de nuestros países solo comienzan a pensar qué hacer en materia económica cuando ya tenemos a la crisis respirándonos en la nuca. Pero no han comenzado a pensar y diseñar estrategias y formas de dar a la creatividad la oportunidad de transformarse en un importante generador de riqueza.
Las cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) así lo confirman: En la actualidad, se estima que las industrias creativas generan 29,5 millones de puestos a nivel global, ocupa el 3% del PIB global, genera 1,9 % de empleos en América Latina y ocupa el 2,2% del PIB de esa región.
Nuestro vecino inmediato Colombia, genera casi un millón de empleos directos e indirectos y representan el 3,4 % del PIB, superando a otros sectores. La meta para 2022 es que el cine, la literatura, las artes visuales, el turismo cultural y el desarrollo de software, entre otros temas ‘naranja’, aporten cerca del 6% del PIB. Ya están implementando el apoyo de los sectores gubernamentales y las políticas adecuadas para esto.
En Perú, la economía naranja genera un aproximado de 4.700 millones de dólares que equivale al 2.7 del PIB y se considera explotar su potencial de desarrollo.
En nuestro país no se registran cifras actualizadas de los sectores involucrados en la economía naranja. Andrés Zurita, director ejecutivo de la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación, cree que se debe dar la importancia que se merecen las industrias culturales. “Se las está visibilizando. Además, nos encontramos ante un encadenamiento de acciones basadas en el conocimiento y la propiedad intelectual”. Todo esto hace más efectivo el apoyo que se puede dar a los emprendedores de la economía naranja”, añade.
En la región, las industrias culturales con más ingresos son la televisión, los medios y la publicidad. El empleo debería entonces crecer en artes visuales, arquitectura, libros, videojuegos, turismo cultural y gastronómico. Académicos consultados creen también que para darle mayor impulso a la economía naranja en Ecuador y aprovechar las ventajas mencionadas se necesitan políticas de Estado. Además, falta incentivar la cultura de innovación y la cooperación internacional.
Según cifras obtenidas del INEC en el año 2010, en lo que respecta al empleo, las industrias relacionadas con el derecho de autor crearon 246.165 puestos de trabajo, cifra que representa el 4,03% del total de la población empleada. Cuatro años después, en 2014, había unos 6.000 puestos de trabajo menos, es decir, una disminución del 2,3% durante el período examinado.
Si bien es cierto que los avatares políticos son demandantes, no se puede dejar a las políticas de impulso económico en compás de espera. Las autoridades de los diferentes sectores involucrados deben poner en su agenda la articulación adecuada para el desarrollo de este importante sector que puede representar a mediano plazo un importante motor de despegue económico y de creación de empleo, cuya carencia es materia de profunda preocupación actualmente.
Daniela Mena
Comunicadora social y gestora de proyectos
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